El Toboso, que debe buena parte de su fama a la obra cervantina, alberga entre sus calles y plazas monumentos de interés histórico-artístico, además de numerosos rincones llenos de encanto típicos de las pequeñas villas manchegas, con su tradicional edificación de mampostería y tapial, y el refulgente blanqueado de sus muros.
Aquí dejo muestras de una de sus calles y de la fachada de la casa de Dulcinea, la mujer por la que perdió la cabeza Don Quijote.
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