En la estrategia de transformación del antiguo barrio del Poblenou siempre se ha querido que la arquitectura contemporánea conviva con algunos edificios existentes que recuerden el pasado de lo que fue este territorio industrial, el principal motor productivo de la ciudad. Del mismo modo, siempre se ha pensado el barrio como una mezcla de usos con oficinas, hoteles, universidades y todo tipo de equipamientos. Cuando la Fundación Vila Casas buscaba un lugar adecuado para su colección de pintura apareció Can Framis como una oportunidad de hacer coincidentes los intereses de la fundación con los de la ciudad.
El conjunto consiste en la rehabilitación de dos edificios de la memoria industrial de Poble Nou, con el nuevo edificio que los une, y ademas, con la creación de una gran plaza que da acceso al museo, se convierten en un contenedor líder de arquitectura, cuya misión es dar a conocer una importante colección de arte contemporáneo catalán.Es interesante saber que la elección de estas naves para albergar el museo no fue casual, ni está ligada a cuestiones estéticas. Antoni Vila Casas, presidente de la fundación del mismo nombre, quería un espacio para relacionar dos pasiones: la farmacia y las artes. Por esta razón, optó por Can Framis, que fue, "un lugar donde se lavaba la lana de las ovejas y con el agua sucia resultante se creaba lanilina, una sustancia utilizada en la preparación de ungüentos".
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