Construido entre 1905 y 1908 por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner como sede del Orfeó Català y sufragado por suscripción popular, constituye un patrimonio simbólico y sentimental de todo un pueblo que se identifica con su historia. Además, su Sala de Conciertos –una de las más singulares del mundo– ha sido durante cien años el escenario privilegiado de la vida concertística, nacional e internacional, de la ciudad de Barcelona.
El Palau de la Música Catalana, lleno de luz y colores, es hoy también un equipamiento cultural abierto al mundo, cuyas salas y espacios dan cabida a conciertos de todos los géneros y estilos, actos culturales, sociales y empresariales, congresos, conferencias, exposiciones, etc. Por ello es un referente en la vida cultural y social de la Ciudad de Barcelona.