Construido en la segunda mitad del siglo XIX, el parque de la Ciutadella es uno de los principales referentes de las zonas verdes de Barcelona. Durante muchos años fue la única existente de la ciudad y una de las primeras que se diseñó específicamente para que fuera un parque público.
Proyectado en 1872 por el maestro de obras Josep Fontseré, el trazado original se modificó para que pudiera tener lugar la Exposición Universal de 1888 y, más tarde, para instalar el Zoo de Barcelona, uno de los más importantes de Europa y que ocupa la mitad de los terrenos.
Hoy en día, el parque de la Ciutadella es uno de los espacios urbanos con más actividades lúdicas y culturales de la ciudad. Un buen ejemplo es el ciclo de jazz que cada año se celebra entre los meses de junio y septiembre. En el recinto se halla, además, numerosas esculturas, museos y el Parlamento de Cataluña. El de la Ciutadella es un parque muy acogedor, con amplias zonas de césped y grandes paseos, como el de los Álamos, paralelo al paseo de Pujades, o el de los Til·lers, con árboles de esta especie alineados a ambos lados y grandes parterres rodeados de arbustos. Por todas partes, bancos para sentarse plácidamente para descansar o leer un rato, y espacios donde la juventud se echa a tomar el sol -tanto en invierno como en verano-.
El parque, que en el año 1951 fue declarado monumento histórico-artístico, está considerado como un museo al aire libre por la profusión y calidad de las esculturas, obras de Frederic Marès, Eusebi Arnau, Josep Clarà, Josep Llimona, Pau Gargallo y Manuel Fuxà, entre otros.
El parque de la Ciutadella es un espacio muy vinculado a la historia de Barcelona. Está situado en los terrenos donde Felipe V, después de ganar la ciudad el 11 de septiembre de 1714 y ganar la Guerra de Sucesión, en el año 1715 hizo construir una gran ciudadela militar. Con el fin de disponer de los terrenos necesarios, se derribaron las murallas del extremo sur de la ciudad y más de un millar de casas del barrio de la Ribera.
Casi un siglo y medio después, y con el objetivo de obtener el apoyo de la burguesía industrial barcelonesa, en el año 1869 el general Prim -cuya estatua ecuestre se puede contemplar dentro de la actual zona verde- entregó la ciudadela a Barcelona con la condición de que el solar se destinara a parque público.